miércoles, 4 de noviembre de 2020

Presentación

 La mitología griega 

La  lectura de mitos ha sido parte del canon escolar desde los inicios de la historia de la educación argentina y de todo el mundo accidental. Es apreciada porque más allá del placer estético , permite acercarnos  culturas lejanas en espacio y tiempo. Es posible abordar las  mitologías procedentes de diferentes culturas del mundo como la  china, egipcia, azteca, maya, árabe,  indú, etc.  Sin embargo, resulta muy atrayente para los alumnos la mitología griega por su calidad narrativa, por la variedad de temas y tipos de personajes extravagantes que estimulan la imaginación. Además, los alumnos se muestran muy entusiasmados cuando  pueden realizar conexiones intertextuales con producciones contemporáneas. Esto ocurre debido a que la influencia de la mitología griega en la cultura occidental  fue tan importante que ha dejado su huella indeleble en todo tipo de expresiones artísticas a lo largo de historia: obras literarias, cuadros, esculturas, música,  películas, series, videojuegos, cómics, etcétera.  La lectura de mitos no solo permite conocer la visión de mundo de una cultura ajena sino que además permite reflexionar  sobre la propia. Podemos comprender, por ejemplo, que ciertos valores y creencias que dominaban el pensamiento antiguo aún están presentes en nuestras vidas cotidianas actuales.

 A partir de lo expuesto hasta ahora, surge la necesidad de preguntarnos entonces qué se entiende por cosmovisión , que es la mitología y qué es un mito. 

Una cosmovisión es una explicación y una interpretación del mundo y una aplicación de esta visión a la vida” . Para analizar la cosmovisión de los antiguos griegos-  o de cualquier persona o comunidad -  debemos preguntarnos qué es el mundo para ellos , qué lugar ocupan en él como individuos y cómo parte de una sociedad, en qué creen y cómo comunican esas creencias.

Los antiguos griegos creían en un grupo de dioses que habían sido creado por seres supremos quienes nacieron de una instancia inicial de Caos entendida como vacío. En esta religión politeista cada dios representaba y regía alguna de las grandes fuerzas de la naturaleza, tenían poderes sobrenaturales y se los reconocía  por los atributos que llevaban  relacionados con su historia y su dominio: Zeus, el dios del rayo; Cronos, del tiempo; Apolo, dios de la belleza,  Atenea, de la sabiduría; Afrodita, diosa del amor; Poseidon, dios del mar.  Todos ellos habitaban en el monte Olimpo alejados de los mortales. Pero lejos de ser perfectos, benevolentes y piadosos,  los dioses griegos  podían tener defectos que los asemejaban a los humanos: podían ser vengativos, envidiosos y celosos. (La genealogía de los primeros dioses fue desarrollada por Hesíodo en su Teogonía

Estos seres divinos no estaban solos sino que interactuaban con otros personajes: los héroes, seres humanos que se distinguían de los otros mortales por poseer ascendencia divina o aristócrata, además por  tener habilidades extraordinarias y poseer valores y conductas admirables. Estos hombre ejemplares habitualmente debían enfrentarse a  seres mitológicos monstruosos que representaban un obstáculo para que el héroe cumpla con su objetivo: medusa , sirenas , minotauro, Cíclopes, arpías, etc.

Las historias de estos dioses aparecían en relatos llamados mitos que se narraban durante las ceremonias religiosas. El lazo con esta situación comunicativa específica  brinda a los mitos sus dos rasgos  más importantes: su origen oral y su carácter sagrado. 

A través de estos relatos orales también se transmitían saberes prácticos. Por lo tanto, aquí aparece otra  funcionalidad de los mitos: la didáctica.  Los pueblos intentaban dar respuesta a los misterios de la naturaleza contando estas historias. Por ejemplo: por qué se producen las estaciones del año, cómo surgió la humanidad, por qué llueve o cae un rayo, cuándo y por qué  se producen sequías o grandes diluvios, etc. Esta finalidad didáctica puede adquirir un matiz moralizante ya que en muchos mitos- especialmente en aquellos donde intervienen héroes- se muestra un modelo a imitar, un ejemplo de conducta que enseña los valores importantes para esa sociedad y el respeto y honra a las divinidades. 

Los mitos fueron transmitidos oralmente de generación a generación oralmente, “hasta ser finalmente transcritos por etnólogos, gramáticos o misioneros y llegar hasta nosotros en versiones múltiples y en soportes cada vez más variados y novedosos.” Sin embargo, es aconsejable recurrir a las fuentes originales. Podemos encontrar mitos en muchísimas obras de la antigüedad clásica de autores como  Hesiodo, Heraclito, Eurípedes y Homero. el más célebre poeta antiguo. Gracias a ellos hoy podemos acceder a la mitología griega. 

 “La mitologías de todas las culturas antiguas son amplios conjuntos de textos que se entrelazan formando la trama de las creencias de cada comunidad.”  expresa los fundamentos de las creencias religiosas de los pueblos antiguos “.

Los antiguos explicaban el mundo a través de la mitología por eso es que se dice que tienen una cosmovisión mítica. Para ellos, el mundo es como es porque en el inicio de los tiempos ocurrieron muchas de las que se enteraron escuchando sus relatos sagrados, los mitos.


Bibliografía

  • Prácticas del lenguaje : mitos griegos : orientaciones para el docente / coordinado por Cecilia Parra y Susana Wolman. - 1a ed. - Buenos Aires : Ministerio de Educación -Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, 2007.

martes, 3 de noviembre de 2020

Los dioses griegos



En este documental de "The History Channel",   especialistas en mitología griega nos explican el surgimiento de las diferentes estirpes de dioses y su importancia dentro del sistema de creencias religiosas politeístas que seguía esta sociedad antigua .



 

lunes, 2 de noviembre de 2020

El hogar de los dioses.

El monte Olimpo


Según la mitología griega “el luminoso” era el hogar de los dioses olímpicos, que son los principales dioses del panteón griego, presididos por Zeus. Homero fue uno de los primeros poetas que han descrito la cumbre como un lugar de palacios maravillosos donde los dioses eran entretenidos por las musas (La Ilíada Canto XI, 135). Según los griegos, los cíclopes habían construido los palacios donde moraban los dioses.

Tras la victoria de los dioses en la Titanomaquia, estos establecieron su morada en el Monte Olimpo. Esta lucha fue entre los dioses (Zeus, Poseidón, Ares y Hades), ayudados por los Gigantes y los Hecatónquiros, contra Crono y los Titanes. Doce dioses fueron reconocidos como olímpicos y son los principales dioses del panteón griego.

Los considerados siempre como dioses olímpicos son: Zeus, Hera, Atenea, Poseidón, Ares, Hermes, Hefesto, Afrodita, Apolo y Artemisa;Hestia, Démeter, Dionisio y Hades son los variables que completan la docena. Entre ellos están los dioses de la primera generación: Zeus, Hades, Hera, Hestia, Démeter y Poseidón; y los dioses de la segunda generación, que son principalmente los hijos de Zeus.


 Fuente : https://revistadehistoria.es/monte-olimpo-el-luminoso/





domingo, 1 de noviembre de 2020

Relaciones de transtextualidad entre los mitos y otros lenguajes artísticos.

El mito es la primera expresión artística que el ser humano ha plasmado en la palabra y luego en la escritura. Y por eso mismo, los interrogantes profundos a los que responde el mito pueden ser actualizados o reformulados a lo largo de las épocas y de las culturas.
Muchos de los  recursos que se presentan en este blog son reelaboraciones de mitos clásicos. Algunas son producciones antiguas y otras más contemporáneas, algunas dentro de la literatura, otras son transformaciones:  películas, canciones, obras pictóricas y escultóricas, fotografías, y otras formas artísticas.
La reescritura o  reformulación de los mitos ancestrales muestra un reconocimiento del poder de identificación y de fascinación que los mitos ejercen sobre los lectores de todas las épocas porque en ellos encuentran respuestas  a ciertos interrogantes íntimos  y universales a la vez, en relación a la vida del hombre y el mundo que lo rodea.
Cada mito dialoga con sus actualizaciones , replanteando significados y respuestas a esos interrogantes mencionados. 
Un modo interesante de abordar este tema es a través del concepto de transtextualidad elaborado por Genette en su libro Palimpsestos  porque nos permite incluir la problemática en torno al género en el tema más global de los diálogos textuales. El teórico francés denomina transtextualidad a la sumatoria de los vínculos dialógicos que se establecen entre los textos y que son, desde su perspectiva:
Paratextualidad: relaciones de un texto con su título subtítulo, epígrafe, etc.
Intertextualidad: citas, alusiones, de un texto dentro de otro.
Hipertextualidad: relaciones de imitación, transformación entre dos textos en los cuales uno actúa cómo hipotexto (obra que sirve de base) y otro como hipertexto (reelaboración) y también entre un texto y un estilo (pastiche). Por ejemplo: La odisea de Homero es el hipotexto de Ulises de Joyce que es su hipertexto.
Metatextualidad :relación entre un texto y su comentario crítico
Architextualidad: relaciones de genericidad  entre un texto y la clase a la cual pertenece. 
 La  hipertextualidad es la relación más prolifera. Podemos encontrar muchísimas obras cuyo hipotextos son mitos clásicos. Y utilizarlas como recursos para  planificar  actividades para nuestros alumnos. Pueden ser propuestas de lectura o de escritura.
Las estrategias que los autores emplean para producir hipertextos a partir de determinados hipotextos son diversas  y se pueden agrupar según deriven por transformación o imitación.
Por transformación: Un texto deriva de otro, en el cual "se inspira", para transformarlo de alguna manera. La transformación siempre es simple y directa.  Se aparta del texto original buscando una creación con características y sentido propio. Existen  diferentes tipos de transformaciones: 
Parodia: el hipertexto efectúa una transformación mínima del hipotexto. Su intención es lúdica (juego). Por ejemplo: las transformaciones de la serie animada Los simpsons: el regreso de Odiseo a casa o esta canción sobre la diosa Atenea.
Travestimiento: es una transformación de estilo cuya función es satírico (degradante). Por ejemplo: se conserva la acción, es decir: el contenido fundamental de un texto, pero se transforma su estilo. 
Trasposición: esta transformación es seria y es la más importante de todas las prácticas hipertextuales. La amplitud textual y la ambición estética o ideológica del hipertexto llevan a ocultar o a hacer olvidar su carácter hipertextual. El hipertexto se aparta de su hipotexto. El texto nuevo transforma otro anterior a través de su traducción, prosificación, versificación, teatralización, transformación semántica (versión más o menos libre,) reducción, amplificación, etc. Por ejemplo: el poema dramático “Los reyes” de Julio Cortázar o La canción del eco de la cantante española Christina Rosenvinge.
-Por Imitación: es una transformación más compleja porque para imitar hay que adquirir un dominio de los rasgos que se ha decidido imitar.  La imitación acerca el hipertexto al hipotexto, no pierde las características del texto base. Existen tres tipos de Imitación:
Pastiche: es la imitación de un estilo con una finalidad lúdica. El Quijote sería un pastiche del género novela de caballería.
Caricatura: es un pastiche satírico, cuya forma generalizada es "A la manera de...". Por ejemplo: una caricatura humorística de Morfeo.
Continuación: es una imitación seria de una obra que tiende a prolongarla o complementarla.
Los invito a tener en cuenta estas definiciones mientras recorren este blog y descubrir qué tipo de relación hipertextual tienen estas obras con su hipotexto.



Bibliografía. 
Faisal Alicia. La literatura: un diálogo con el texto. Ed. El Ateneo. 1998
Herrero Cecilia, Juan. El mito como intertexto: la reescritura de los mitos en las obras literarias en  Çedille. Revista de Estudios Franceses, núm. 2, abril, 2006, pp. 58-76 Asociación de Francesistas de la Universidad Española Tenerife, España. Disponible en https://www.redalyc.org/pdf/808/80800205.pdf

Un muro mitológico

En este muro te propongo apenas algunos de los recursos disponibles para indagar sobre los mitos griegos y su influencia en nuestra cultura. Vas a encontrar imágenes, audios, videos, enlaces a páginas web, trabajos de indagación, etc. 

Hecho con Padlet

sábado, 31 de octubre de 2020

El Top Ten mitológico y musical.

En la siguiente infografía realizada en Genially podrán ver un listado de algunas canciones basadas en mitos griegos. También podrán acceder a información sobre los artistas más célebres y sus canciones compartidas en esta oportunidad.

 

viernes, 30 de octubre de 2020

Un juego de los dioses.

 En el siguiente juego educativo podrán poner a prueba los conocimientos básicos adquiridos tras la lectura de los contenidos de este blog. 


miércoles, 28 de octubre de 2020

Dafne y Medusa: dos víctimas de violencia sexual.


En este poster les presento un tópico habitual en los mitos griegos que alude al modo de entender las relaciones amorosas. Siempre prima una actitud violenta para obtener el sujeto deseado. La violencia sexual aparece en muchos mitos y por lo general se excusa tras el argumento del flechazo inevitable de Eros, el dios del amor
.

Dafne y Medusa de Yamila Martinez

lunes, 26 de octubre de 2020

I. Perseo y Medusa

 En la siguiente secuencia de tres videos podrán ver el mito de Perseo y Medusa, personaje que ya les presenté anteriormente en el afiche acerca de violencia sexual.  En esta representación se puede apreciar el modo en se ha representado siempre a Medusa: como una villana que petrificaba a quienes la mirasen a los ojos, omitiendo la historia previa de violencia que la condenó  a vivir así,  y convirtiéndola  en uno de los  monstruos más temidos de la mitología.

Perseo y la Gorgona. Parte 1 from agamador on Vimeo.

Segunda Parte : 


Perseo y la Gorgona. Parte 2 from agamador on Vimeo

Tercera parte: 


Perseo y la Gorgona. Parte 3 from agamador on Vimeo.

La Medusa argentina en New York

 Una estatua de Medusa asociada al movimiento #MeToo, realizada por el artista argentino Luciano Garbati (Buenos Aires, 1973), llegó a Manhattan y no a cualquier rincón, sino que fue emplazada cerca de la Corte Suprema, donde Harvey Weinstein, el ex magnate del cine, fue sentenciado a 23 años de prisión el 11 de marzo por violación y otros delitos.

En la obra, de más de dos metros de alto y que fue realizada en 2008 y resurgió a partir del movimiento feminista, se reversiona el mito de Medusa.

Desde su exposición, esta obra ha generado vehementes debates sobre el feminismo. Surgieron voces acusan al movimiento de promover la búsqueda de venganza y no la igualdad de derechos y  otras que lo defienden sosteniendo que el objetivo de la obra es llamar la atención sobre los constantes abusos perpetrados por el poder hegemónico patriarcal.

Sin embargo, lo que se visibiliza con esta obra es que durante cientos de años pocos se indignaban al ver la versión original con un héroe llevando la cabeza de una mujer en manos. 









domingo, 25 de octubre de 2020

II. Dafne y Apolo




Apolo y Daphne




Apolo, gran cazador, quiso matar a la temible serpiente Pitón que se escondía en el monte Párnaso.

Habiéndola herido con sus flechas, la siguió, moribunda, en su huída hacía el templo de Delfos. Allí acabó con ella mediante varios disparos de sus flechas.

Delfos era un lugar sagrado donde se pronunciaban los oráculos de la Madre Tierra. Hasta los dioses consultaban el oráculo y se sientieron ofendidos de que allí se hubiera cometido un asesinato. Querían que Apolo reparase de algún modo lo que había hecho, pero Apolo reclamó Delfos para sí. Se apoderó del oráculo y fundo unos juegos anuales que debían celebrarse en un gran anfiteatro, en la colina que había junto al templo.

Orgulloso Apolo de la victoria conseguida sobre la serpiente Pitón, se atrevió a burlarse del dios Eros por llevar arco y flechas siendo tan niño:

-¿Qué haces, joven afeminado -le dijo-, con esas armas? Sólo mis hombros son dignos de llevarlas. Acabo de matar a la serpiente Pitón, cuyo enorme cuerpo cubría muchas yugadas de tierra. Confórmate con que tus flechas hieran a gente enamoradiza y no quieras competir conmigo.

Irritado, Eros se vengó disparándole una flecha, que le hizo enamorarse locamente de la ninfa Daphne, hija de la Tierra y del río Ladón o del río tesalio Peneo, mientras a ésta le disparó otra flecha que le hizo odiar el amor y especialmente el de Apolo.

Apolo la persiguió y cuando iba a darle alcance, Daphne pidió ayuda a su padre, el río, el cual la transformó en laurel. En otras versiones, Daphne pide ayuda a su madre Gea. La metamorfosis de Daphne ha sido magistralmente descrita por Ovidio:

“Apenas había concluido la súplica, cuando todos los miembros se le entorpecen: sus entrañas se cubren de una tierna corteza, los cabellos se convierten en hojas, los brazos en ramas, los pies, que eran antes tan ligeros, se transforman en retorcidas raíces, ocupa finalmente el rostro la altura y sólo queda en ella la belleza”.

Este nuevo árbol es, no obstante, el objeto del amor de Apolo, y puesta su mano derecha en el tronco, advierte que aún palpita el corazón de su amada dentro de la nueva corteza, y abrazando las ramas como miembros de su cariño, besa aquél árbol que parece rechazar sus besos. Por último le dice:

-Pues veo que ya no puedes ser mi esposa, al menos serás un árbol consagrado a mi deidad. Mis cabellos, mi lira y aljaba se adornarán de laureles. Tú ceñirás las sienes de los alegres capitanes cuando el alborozo publique su triunfo y suban al capitolio con los despojos que hayan ganado a sus enemigos. Serás fidelísima guardia de las puertas de los emperadores, cubriendo con tus ramas la encina que está en medio, y así como mis cabellos se conservan en su estado juvenil, tus hojas permanecerán siempre verdes.

Existe otra versión del mito en la que Daphne es hija de Amiclas. Gran amante de la caza y de las montañas lejanas a las ciudades, es la preferida de Artemisa. Leucipo, hijo del rey de Élide, Enómao, estaba enamorado de ella, por lo que se vistió de mujer para poder acercársele. Así disfrazado se convirtió en su compañero inseparable, hasta que Apolo, celoso, inspiró a Daphne y sus compañeras el deseo de bañarse en una fuente.

Leucipo se negó pero sus ellas le obligaron a desnudarse, descubriendo así su engaño. Furiosas, se lanzaron sobre él, pero los dioses lo volvieron invisible. Entonces, Apolo se precipitó para atrapar a Daphne pero ella consiguió escapar y le rogó a Zeus que la convirtiera en laurel, que es el significado de Daphne en griego.

Simbología: Apolo era el dios de la música y de las artes. La lira de siete cuerdas era el instrumento particular de Apolo; la corona de laurel, tradicionalmente se colocaba en la cabeza de músicos y poetas.

A Dafne ya los brazos le crecían, y en luengos ramos vueltos se mostraban; en verdes hojas ví que se tornaban, los cabellos que al oro oscurecían. De áspera corteza se cubrían los tiernos miembros, que aún balbuciendo estaban; los blancos pies en la tierra se hincaban y en torcidas raíces se volvían Aquel que fue la causa de tal daño, a fuerza que llorar, crecer hacía el árbol que con lágrimas regaba. ¡Oh miserable estado, oh mal tamaño! Que con llorarla crezca cada día la causa y la razón por qué lloraba.

sábado, 24 de octubre de 2020

Invocación al laurel, de Federico Garcia Lorca

 Este poema de Federico García Lorca esta retomando el mito de Dafne y Apolo. El alma del yo poético no es accesible, nadie la escucha, y lo relaciona este mito  ya que expresa una imposibilidad amorosa. El laurel parece ser mudo testigo de la congoja que atormenta al poeta. Para ciertas preguntas no hay respuestas: la muerte y la frustración acechan desde los primeros versos de Federico.



viernes, 23 de octubre de 2020

Apolo persiguendo a Dafne, de Giovanni Battista

En esta secuencia el artista representa la escena de la persecución de Apolo y la consecuente metamorfosis de Dafne. Estas obras están expuestas en la National Gallery of Art Washington.


miércoles, 21 de octubre de 2020

Los errores en la mitología griega, por Alejandro Dolina.

 La venganza será terrible es un programa de radio muy célebre conducido por Alejandro Dolina, conductor, pensador, escritor de una pluma exquisita. En las diferentes ediciones narra con una mirada critica y humorística grandes relatos de la literatura universal, entre ellos los mitos griegos. A continuación podrán escuchar un desopilante relato de los errores en la mitología griega.

lunes, 19 de octubre de 2020

III. Mitología y psicología: Narciso y Edipo.

Una ciencia de la modernidad que abreva en los problemas humanos universales que ya fueron abordados hace miles de años en los mitos antiguos

domingo, 18 de octubre de 2020

Epopeya de Edipo Rey de Les Luthiers.

 Una de las tantas formas que puede tomar la intertextualidad es la parodia. Se trata de una obra satírica que caracteriza o interpreta humorísticamente otra obra de arte, un autor o un tema, mediante la emulación o alusión irónica. Y es en este caso el recurso que utiliza el famoso grupo humorístico Les Luthiers para crear esta canción que forma parte de uno de sus shows. 


sábado, 17 de octubre de 2020

Exposición fotográfica sobre el mito de Narciso.

Abandon entouré d’abandon, tendresse touchant aux tendresses… […] Ainsi tu inventes le thème du Narcisse exhaucé.

Abandono rodeado de abandono, ternura tocando ternura ... [...] Así inventas el tema del exaltado Narciso.

La poesía hiriente de Rilke sirve de preámbulo a la exploración sensual que aborda Miguel Zaragozá sobre el mito de Narciso. Es la eficaz excusa para hilvanar el tema de la soledad y la belleza con la polémica identidad masculina que hace tambalear la noción del hombre en la sociedad actual. Una línea descendente nos lleva a tocar el lado más húmedo de la mitología, estableciendo juegos de miradas entre el espectador, el artista y el ser amado, que se presenta a su vez como reflejo de un superego construido a medias entre imágenes, simulacros y aspiraciones. Es el cuerpo del hombre, su piel y su cadencia, concepto y forma al mismo tiempo de un paseo entre el deseo y la provocación, que araña la autocomplacencia y la ambigüedad de nuestras pulsiones sexuales. En estas obras, Zaragozá aboga por el naturalismo y cierta textura pictórica basada en el tenebrismo pero subrayando la pureza del blanco y negro sin artificios. Para ello ha contado con modelos de las agencias UNO y Fashionartmgmt que cumplen la misión de dar vida al joven eterno. Esta serie demuestra la vigencia de los principios clásicos de la estética, la permanencia del mito y la ansiada búsqueda de la belleza universal a través del arte. 




viernes, 16 de octubre de 2020

IV. El mito de Teseo y el Minotauro

El minotauro es uno de loa seres monstruosos mas famosos y temidos de la mitología. Se lo recuerda por su horrible aspecto y por su voracidad de carne humana. Sin embargo, pocos saben esconde un corazón humano sufriente. En el siguiente video se representa su historia .

jueves, 15 de octubre de 2020

Un minotauro gigante suelto en Toulouse.


El gigantesco Minotauro fue creado por la compañía francesa La Machine especialmente para homenajear a la ciudad de Toulouse. Pesa 47 toneladas, mide 13 metros de largo, 4 de ancho y alcanza una altura de 14 metros. Está hecho de cuero, madera y acero y está decorado con láminas de oro
El estreno mundial del espectáculo ‘The Guardian of the Temple’ coincidió con la apertura de La Halle de la Machine. El espacio ideado por los arquitectos Patrick Arotcharen, es ya el nuevo laboratorio abierto de La Machine.

El estreno del espectáculo ‘The Guardian of the Temple’ tomó el centro histórico de Toulouse casi por sorpresa. Durante cuatro días las maquinas atravesaban la ciudad rosa, sin que se diera a conocer el itinerario exacto, para preservar la magia del cuento épico. El show está inspirado en el mito de Ariadna. El Minotauro que combina el poder del animal y la sensibilidad del hombre, simboliza el apego de la ciudad a su historia, pero a la vez su entusiasmo por el mundo artístico y tecnológico,

El Minotauro, la obra maestra y emblema de Toulouse, será utilizado como protagonista en la Halle de la Machine. Cada día el gigante llevará encima a unas cincuenta personas por turno en un viaje de media hora.



Fuente:https://www.malatintamagazine.com/toulouse-minotauro-la-machine-arte/


miércoles, 14 de octubre de 2020

Cortázar sobre el minotauro

 En otra entrada mencionamos a la obra "los reyes" de Julio Cortázar en la que reescribe el mito griego del Minotauro. En este video se presenta el fragmento de una entrevista donde el gran escritor argentino explica cómo surgió la inspiración para escribir ese poema dramático.

lunes, 5 de octubre de 2020

V. La Odisea, de Homero

 Una de las epopeyas fuente de historias míticas es la Odisea, un poema narrativo que cuenta todas las aventuras que tuvo que atravesar el héroe para regresar a su patria tras finalizar la guerra de Troya. 

En esta presentación de diapositivas encontrarán una síntesis de esta extensa obra épica.


La Odisea, de Homero de Yamila Martinez

sábado, 3 de octubre de 2020

El camino de Odiseo.

 En este Padlet te presento un mapa interactivo para seguir los pasos de Odiseo en su camino de regreso a Ítaca. Reviví cada aventura accediendo al contenido de cada ubicación.

Hecho con Padlet

viernes, 2 de octubre de 2020

Remando con Odiseo

Luego de ver la presentación de diapositivas sobre la Odisea, podrás ayudar a que Odiseo regrese a su hogar respondiendo ls preguntas del siguiente juego.

Circe, de Julio Cortazar

Cortázar escribió este relato  tomando la caracterización general del personaje de la maga hechicera que, por medio de sus brebajes, convierte a los hombres en animales. Delia, la protagonista del cuento, fabrica extraños licores y bombones que da a probar a sus novios, situándose así, con Circe y Medea, en la línea de las mujeres maléficas del mundo clásico, expertas en pócimas mágicas, y además mantiene una relación singular, de poder y dominación, de "magia negra" con todo tipo de animales.
Circe
Julio Cortázar
And one kiss I had of her mouth,
as I took the apple from her hand.
But while I bit it, my brain whirled
and my foot stumbled; and I felt
my crashing fall through the tangled
boughs beneath her feet, and saw the dead
white faces that welcomed me in the pit.
Dante Gabriel Rossetti
The Orchard-Pit

[Cuento - Texto completo.]
Porque ya no ha de importarle, pero esa vez le dolió la coincidencia de los chismes entrecortados, la cara servil de Madre Celeste contándole a tía Bebé la incrédula desazón en el gesto de su padre. Primero fue la de la casa de altos, su manera vacuna de girar despacio la cabeza, rumiando las palabras con delicia de bolo vegetal. Y también la chica de la farmacia -“no porque yo lo crea, pero si fuese verdad, ¡qué horrible!”- y hasta don Emilio, siempre discreto como sus lápices y sus libretas de hule. Todos hablaban de Delia Mañara con un resto de pudor, nada seguros de que pudiera ser así, pero en Mario se abría paso a puerta limpia un aire de rabia subiéndole a la cara. Odió de improviso a su familia con un ineficaz estallido de independencia. No los había querido nunca, sólo la sangre y el miedo a estar solo lo ataban a su madre y a los hermanos. Con los vecinos fue directo y brutal; a don Emilio lo puteó de arriba abajo la primera vez que se repitieron los comentarios. A la de la casa de altos le negó el saludo como si eso pudiera afligirla. Y cuando volvía del trabajo entraba ostensiblemente para saludar a los Mañara y acercarse -a veces con caramelos o un libro- a la muchacha que había matado a sus dos novios.
Yo me acuerdo mal de Delia, pero era fina y rubia, demasiado lenta en sus gestos (yo tenía doce años, el tiempo y las cosas son lentas entonces) y usaba vestidos claros con faldas de vuelo libre. Mario creyó un tiempo que la gracia de Delia y sus vestidos apoyaban el odio de la gente. Se lo dijo a Madre Celeste: “La odian porque no es chusma como ustedes, como yo mismo”, y ni parpadeó cuando su madre hizo ademán de cruzarle la cara con una toalla. Después de eso fue la ruptura manifiesta; lo dejaban solo, le lavaban la ropa como por favor, los domingos se iban a Palermo o de picnic sin siquiera avisarle. Entonces Mario se acercaba a la ventana de Delia y le tiraba una piedrita. A veces ella salía, a veces la escuchaba reírse adentro, un poco malvadamente y sin darle esperanzas.
Vino la pelea Firpo-Dempsey y en cada casa se lloró y hubo indignaciones brutales, seguidas de una humillada melancolía casi colonial. Los Mañara se mudaron a cuatro cuadras y eso hace mucho en Almagro, de manera que otros vecinos empezaron a tratar a Delia, las familias de Victoria y Castro Barros se olvidaron del caso y Mario siguió viéndola dos veces por semana cuando volvía del banco. Era ya verano y Delia quería salir a veces, iban juntos a las confiterías de Rivadavia o a sentarse en Plaza Once. Mario cumplió diecinueve años, Delia vio llegar sin fiestas -todavía estaba de negro- los veintidós.
Los Mañara encontraban injustificado el luto por un novio, hasta Mario hubiera preferido un dolor sólo por dentro. Era penoso presenciar la sonrisa velada de Delia cuando se ponía el sombrero ante el espejo, tan rubia sobre el luto. Se dejaba adorar vagamente por Mario y los Mañara, se dejaba pasear y comprar cosas, volver con la última luz y recibir los domingos por la tarde. A veces salía sola hasta el antiguo barrio, donde Héctor la había festejado. Madre Celeste la vio pasar una tarde y cerró con ostensible desprecio las persianas. Un gato seguía a Delia, no se sabía si era cariño o dominación, le andaban cerca sin que ella los mirara. Mario notó una vez que un perro se apartaba cuando Delia iba a acariciarlo. Ella lo llamó (era en el Once, de tarde) y el perro vino manso, tal vez contento, hasta sus dedos. La madre decía que Delia había jugado con arañas cuando chiquita. Todos se asombraban, hasta Mario que les tenía poco miedo. Y las mariposas venían a su pelo -Mario vio dos en una sola tarde, en San Isidro-, pero Delia las ahuyentaba con un gesto liviano. Héctor le había regalado un conejo blanco, que murió pronto, antes que Héctor. Pero Héctor se tiró en Puerto Nuevo, un domingo de madrugada. Fue entonces cuando Mario oyó los primeros chismes. La muerte de Rolo Médicis no había interesado a nadie desde que medio mundo se muere de un síncope. Cuando Héctor se suicidó los vecinos vieron demasiadas coincidencias, en Mario renacía la cara servil de Madre Celeste contándole a tía Bebé, la incrédula desazón en el gesto de su padre. Para colmo fractura del cráneo, porque Rolo cayó de una pieza al salir del zaguán de los Mañara, y aunque ya estaba muerto, el golpe brutal contra el escalón fue otro feo detalle. Delia se había quedado adentro, raro que no se despidieran en la misma puerta, pero de todos modos estaba cerca de él y fue la primera en gritar. En cambio Héctor murió solo, en una noche de helada blanca, a las cinco horas de haber salido de casa de Delia como todos los sábados.
Yo me acuerdo mal de Mario, pero dicen que hacía linda pareja con Delia. Aunque ella estaba todavía con el luto por Héctor (nunca se puso luto por Rolo, vaya a saber el capricho), aceptaba la compañía de Mario para pasear por Almagro o ir al cine. Hasta ese entonces Mario se había sentido fuera de Delia, de su vida, hasta de la casa. Era siempre una “visita”, y entre nosotros la palabra tiene un sentido exacto y divisorio. Cuando la tomaba del brazo para cruzar la calle, o al subir la escalera de la estación Medrano, miraba a veces su mano apretada contra la seda negra del vestido de Delia. Medía ese blanco sobre negro, esa distancia. Pero Delia se acercaría cuando volviera al gris, a los claros sombreros para el domingo de mañana.
Ahora que los chismes no eran un artificio absoluto, lo miserable para Mario estaba en que anexaban episodios indiferentes para darles un sentido. Mucha gente muere en Buenos Aires de ataques cardíacos o asfixia por inmersión. Muchos conejos languidecen y mueren en las casas, en los patios. Muchos perros rehúyen o aceptan las caricias. Las pocas líneas que Héctor dejó a su madre, los sollozos que la de la casa de altos dijo haber oído en el zaguán de los Mañara la noche en que murió Rolo (pero antes del golpe), el rostro de Delia los primeros días… La gente pone tanta inteligencia en esas cosas, y cómo de tantos nudos agregándose nace al final el trozo de tapiz -Mario vería a veces el tapiz, con asco, con terror, cuando el insomnio entraba en su piecita para ganarle la noche.
“Perdóname mi muerte, es imposible que entiendas, pero perdóname, mamá.” Un papelito arrancado al borde de Crítica, apretado con una piedra al lado del saco que quedó como un mojón para el primer marinero de la madrugada. Hasta esa noche había sido tan feliz, claro que lo habían visto raro las últimas semanas; no raro, mejor distraído, mirando el aire como si viera cosas. Igual que si tratara de escribir algo en el aire, descifrar un enigma. Todos los muchachos del café Rubí estaban de acuerdo. Mientras que Rolo no, le falló el corazón de golpe, Rolo era un muchacho solo y tranquilo, con plata y un Chevrolet doble faetón, de manera que pocos lo habían confrontado en ese tiempo final. En los zaguanes las cosas resuenan tanto, la de la casa de altos sostuvo días y días que el llanto de Rolo había sido como un alarido sofocado, un grito entre las manos que quieren ahogarlo y lo van cortando en pedazos. Y casi enseguida el golpe atroz de la cabeza contra el escalón, la carrera de Delia clamando, el revuelo ya inútil.
Sin darse cuenta, Mario juntaba pedazos de episodios, se descubría urdiendo explicaciones paralelas al ataque de los vecinos. Nunca preguntó a Delia, esperaba vagamente algo de ella. A veces pensaba si Delia sabría exactamente lo que se murmuraba. Hasta los Mañara eran raros, con su manera de aludir a Rolo y a Héctor sin violencia, como si estuviesen de viaje. Delia callaba protegida por ese acuerdo precavido e incondicional. Cuando Mario se agregó, discreto como ellos, los tres cubrieron a Delia con una sombra fina y constante, casi transparente los martes o los jueves, más palpable y solícita de sábado a lunes. Delia recobraba ahora una menuda vivacidad episódica, un día tocó el piano, otra vez jugó al ludo; era más dulce con Mario, lo hacía sentarse cerca de la ventana de la sala y le explicaba proyectos de costura o de bordado. Nunca le decía nada de los postres o los bombones, a Mario le extrañaba, pero lo atribuía a delicadeza, a miedo de aburrirlo. Los Mañara alababan los licores de Delia; una noche quisieron servirle una copita, pero Delia dijo con brusquedad que eran licores para mujeres y que había volcado casi todas las botellas. “A Héctor…”, empezó plañidera su madre, y no dijo más por no apenar a Mario. Después se dieron cuenta de que a Mario no lo molestaba la evocación de los novios. No volvieron a hablar de licores hasta que Delia recobró la animación y quiso probar recetas nuevas. Mario se acordaba de esa tarde porque acababan de ascenderlo, y lo primero que hizo fue comprarle bombones a Delia. Los Mañara picoteaban pacientemente la galena del aparatito con teléfonos, y lo hicieron quedarse un rato en el comedor para que escuchara cantar a Rosita Quiroga. Luego él les dijo lo del ascenso, y que le traía bombones a Delia.
-Hiciste mal en comprar eso, pero andá, lleváselos, está en la sala. -Y lo miraron salir y se miraron hasta que Mañara se sacó los teléfonos como si se quitara una corona de laurel, y la señora suspiró desviando los ojos. De pronto los dos parecían desdichados, perdidos. Con un gesto turbio Mañara levantó la palanquita de la galena.
Delia se quedó mirando la caja y no hizo mucho caso de los bombones, pero cuando estaba comiendo el segundo, de menta con una crestita de nuez, le dijo a Mario que sabía hacer bombones. Parecía excusarse por no haberle confiado antes tantas cosas, empezó a describir con agilidad la manera de hacer los bombones, el relleno y los baños de chocolate o moka. Su mejor receta eran unos bombones a la naranja rellenos de licor, con una aguja perforó uno de los que le traía Mario para mostrarle cómo se los manipulaba; Mario veía sus dedos demasiado blancos contra el bombón, mirándola explicar le parecía un cirujano pausando un delicado tiempo quirúrgico. El bombón como una menuda laucha entre los dedos de Delia, una cosa diminuta pero viva que la aguja laceraba. Mario sintió un raro malestar, una dulzura de abominable repugnancia. “Tire ese bombón”, hubiera querido decirle. “Tírelo lejos, no vaya a llevárselo a la boca, porque está vivo, es un ratón vivo.” Después le volvió la alegría del ascenso, oyó a Delia repetir la receta del licor de té, del licor de rosa… Hundió los dedos en la caja y comió dos, tres bombones seguidos. Delia se sonreía como burlándose. Él se imaginaba cosas, y fue temerosamente feliz. “El tercer novio”, pensó raramente. “Decirle así: su tercer novio, pero vivo.”
Ahora ya es más difícil hablar de esto, está mezclado con otras historias que uno agrega a base de olvidos menores, de falsedades mínimas que tejen y tejen por detrás de los recuerdos; parece que él iba más seguido a lo de Mañara, la vuelta a la vida de Delia lo ceñía a sus gustos y a sus caprichos, hasta los Mañara le pidieron con algún recelo que alentara a Delia, y él compraba las sustancias para los licores, los filtros y embudos que ella recibía con una grave satisfacción en la que Mario sospechaba un poco de amor, por lo menos algún olvido de los muertos.
Los domingos se quedaba de sobremesa con los suyos, y Madre Celeste se lo agradecía sin sonreír, pero dándole lo mejor del postre y el café muy caliente. Por fin habían cesado los chismes, al menos no se hablaba de Delia en su presencia. Quién sabe si los bofetones al más chico de los Camiletti o el agrio encresparse frente a Madre Celeste entraban en eso; Mario llegó a creer que habían recapacitado, que absolvían a Delia y hasta la consideraban de nuevo. Nunca habló de su casa en lo de Mañara, ni mencionó a su amiga en las sobremesas del domingo. Empezaba a creer posible esa doble vida a cuatro cuadras una de otra; la esquina de Rivadavia y Castro Barros era el puente necesario y eficaz. Hasta tuvo esperanza de que el futuro acercara las casas, las gentes, sordo al paso incomprensible que sentía -a veces, a solas- como íntimamente ajeno y oscuro.
Otras gentes no iban a ver a los Mañara. Asombraba un poco esa ausencia de parientes o de amigos. Mario no tenía necesidad de inventarse un toque especial de timbre, todos sabían que era él. En diciembre, con un calor húmedo y dulce, Delia logró el licor de naranja concentrado, lo bebieron felices un atardecer de tormenta. Los Mañara no quisieron probarlo, seguros de que les haría mal. Delia no se ofendió, pero estaba como transfigurada mientras Mario sorbía apreciativo el dedalito violáceo lleno de luz naranja, de olor quemante. “Me va a hacer morir de calor, pero está delicioso”, dijo una o dos veces. Delia, que hablaba poco cuando estaba contenta, observó: “Lo hice para vos”. Los Mañara la miraban como queriendo leerle la receta, la alquimia minuciosa de quince días de trabajo.
A Rolo le habían gustado los licores de Delia, Mario lo supo por unas palabras de Mañara dichas al pasar cuando Delia no estaba: “Ella le hizo muchas bebidas. Pero Rolo tenía miedo por el corazón. El alcohol es malo para el corazón.” Tener un novio tan delicado, Mario comprendía ahora la liberación que asomaba en los gestos, en la manera de tocar el piano de Delia. Estuvo por preguntarle a los Mañara qué le gustaba a Héctor, si también Delia le hacía licores o postres a Héctor. Pensó en los bombones que Delia volvía a ensayar y que se alineaban para secarse en una repisa de la antecocina. Algo le decía a Mario que Delia iba a conseguir cosas maravillosas con los bombones. Después de pedir muchas veces, obtuvo que ella le hiciera probar uno. Ya se iba cuando Delia le trajo una muestra blanca y liviana en un platito de alpaca. Mientras lo saboreaba -algo apenas amargo, con un asomo de menta y nuez moscada mezclándose raramente-, Delia tenía los ojos bajos y el aire modesto. Se negó a aceptar los elogios, no era más que un ensayo y aún estaba lejos de lo que se proponía. Pero a la visita siguiente -también de noche, ya en la sombra de la despedida junto al piano- le permitió probar otro ensayo. Había que cerrar los ojos para adivinar el sabor, y Mario obediente cerró los ojos y adivinó un sabor a mandarina, levísimo, viniendo desde lo más hondo del chocolate. Sus dientes desmenuzaban trocitos crocantes, no alcanzó a sentir su sabor y era sólo la sensación agradable de encontrar un apoyo entre esa pulpa dulce y esquiva.
Delia estaba contenta del resultado, dijo a Mario que su descripción del sabor se acercaba a lo que había esperado. Todavía faltaban ensayos, había cosas sutiles por equilibrar. Los Mañara le dijeron a Mario que Delia no había vuelto a sentarse al piano, que se pasaba las horas preparando los licores, los bombones. No lo decían con reproche, pero tampoco estaban contentos; Mario adivinó que los gastos de Delia los afligían. Entonces pidió a Delia en secreto una lista de las esencias y sustancias necesarias. Ella hizo algo que nunca antes, le pasó los brazos por el cuello y lo besó en la mejilla. Su boca olía despacito a menta. Mario cerró los ojos llevado por la necesidad de sentir el perfume y el sabor desde debajo de los párpados. Y el beso volvió, más duro y quejándose.
No supo si le había devuelto el beso, tal vez se quedó quieto y pasivo, catador de Delia en la penumbra de la sala. Ella tocó el piano, como casi nunca ahora, y le pidió que volviera al otro día. Nunca habían hablado con esa voz, nunca se habían callado así. Los Mañara sospecharon algo, porque vinieron agitando los periódicos y con noticias de un aviador perdido en el Atlántico. Eran días en que muchos aviadores se quedaban a mitad del Atlántico. Alguien encendió la luz y Delia se apartó enojada del piano, a Mario le pareció un instante que su gesto ante la luz tenía algo de la fuga enceguecida del ciempiés, una loca carrera por las paredes. Abría y cerraba las manos, en el vano de la puerta, y después volvió como avergonzada, mirando de reojo a los Mañara; los miraba de reojo y se sonreía.
Sin sorpresa, casi como una confirmación, midió Mario esa noche la fragilidad de la paz de Delia, el peso persistente de la doble muerte. Rolo, vaya y pase; Héctor era ya el desborde, el trizado que desnuda un espejo. De Delia quedaban las manías delicadas, la manipulación de esencias y animales, su contacto con cosas simples y oscuras, la cercanía de las mariposas y los gatos, el aura de su respiración a medias en la muerte. Se prometió una caridad sin límites, una cura de años en habitaciones claras y parques alejados del recuerdo; tal vez sin casarse con Delia, simplemente prolongando este amor tranquilo hasta que ella no viese más una tercera muerte andando a su lado, otro novio, el que sigue para morir.
Creyó que los Mañara iban a alegrarse cuando él empezara a traerle los extractos a Delia; en cambio se enfurruñaron y se replegaron hoscos, sin comentarios, aunque terminaban transando y yéndose, sobre todo cuando venía la hora de las pruebas, siempre en la sala y casi de noche, y había que cerrar los ojos y definir -con cuántas vacilaciones a veces por la sutilidad de la materia- el sabor de un trocito de pulpa nueva, pequeño milagro en el plato de alpaca.
A cambio de esas atenciones, Mario obtenía de Delia una promesa de ir juntos al cine o pasear por Palermo. En los Mañara advertía gratitud y complicidad cada vez que venía a buscarla el sábado de tarde o la mañana del domingo. Como si prefiriesen quedarse solos en la casa para oír radio o jugar a las cartas. Pero también sospechó una repugnancia de Delia a irse de la casa cuando quedaban los viejos. Aunque no estaba triste junto a Mario, las pocas veces que salieron con los Mañara se alegró más, entonces se divertía de veras en la Exposición Rural, quería pastillas y aceptaba juguetes que a la vuelta miraba con fijeza, estudiándolos hasta cansarse. El aire puro le hacía bien, Mario le vio una tez más clara y un andar decidido. Lástima esa vuelta vespertina al laboratorio, el ensimismamiento interminable con la balanza o las tenacillas. Ahora los bombones la absorbían al punto de dejar los licores; ahora pocas veces daba a probar sus hallazgos. A los Mañara nunca; Mario sospechaba sin razones que los Mañara hubieran rehusado probar sabores nuevos; preferían los caramelos comunes y si Delia dejaba una caja sobre la mesa, sin invitarlos pero como invitándolos, ellos escogían las formas simples, las de antes, y hasta cortaban los bombones para examinar el relleno. A Mario lo divertía el sordo descontento de Delia junto al piano, su aire falsamente distraído. Guardaba para él las novedades, a último momento venía de la cocina con el platito de alpaca; una vez se hizo tarde tocando el piano y Delia dejó que la acompañara hasta la cocina para buscar unos bombones nuevos. Cuando encendió la luz, Mario vio el gato dormido en su rincón y las cucarachas que huían por las baldosas. Se acordó de la cocina de su casa, Madre Celeste desparramando polvo amarillo en los zócalos. Aquella noche los bombones tenían gusto a moka y un dejo raramente salado (en lo más lejano del sabor), como si al final del gusto se escondiera una lágrima; era idiota pensar en eso, en el resto de las lágrimas caídas la noche de Rolo en el zaguán.
-El pez de color está tan triste -dijo Delia, mostrándole el bocal con piedritas y falsas vegetaciones. Un pececillo rosa translúcido dormitaba con un acompasado movimiento de la boca. Su ojo frío miraba a Mario como una perla viva. Mario pensó en el ojo salado como una lágrima que resbalaría entre los dientes al mascarlo.
-Hay que renovarle más seguido el agua -propuso.
-Es inútil, está viejo y enfermo. Mañana se va a morir.
A él le sonó el anuncio como un retorno a lo peor, a la Delia atormentada del luto y los primeros tiempos. Todavía tan cerca de aquello, del peldaño y el muelle, con fotos de Héctor apareciendo de golpe entre los pares de medias o las enaguas de verano. Y una flor seca -del velorio de Rolo- sujeta sobre una estampa en la hoja del ropero.
Antes de irse le pidió que se casara con él en el otoño. Delia no dijo nada, se puso a mirar el suelo como si buscara una hormiga en la sala. Nunca habían hablado de eso. Delia parecía querer habituarse y pensar antes de contestarle. Después lo miró brillantemente, irguiéndose de golpe. Estaba hermosa, le temblaba un poco la boca. Hizo un gesto como para abrir una puertecita en el aire, un ademán casi mágico.
-Entonces sos mi novio -dijo-. Qué distinto me parecés, qué cambiado.
Madre Celeste oyó sin hablar la noticia, puso a un lado la plancha y en todo el día no se movió de su cuarto, adonde entraban de a uno los hermanos para salir con caras largas y vasitos de Hesperidina. Mario se fue a ver fútbol y por la noche llevó rosas a Delia. Los Mañara lo esperaban en la sala, lo abrazaron y le dijeron cosas, hubo que destapar una botella de oporto y comer masas. Ahora el tratamiento era íntimo y a la vez más lejano. Perdían la simplicidad de amigos para mirarse con los ojos del pariente, del que lo sabe todo desde la primera infancia. Mario besó a Delia, besó a mamá Mañara y al abrazar fuerte a su futuro suegro hubiera querido decirle que confiaran en él, nuevo soporte del hogar, pero no le venían las palabras. Se notaba que también los Mañara hubieran querido decirle algo y no se animaban. Agitando los periódicos volvieron a su cuarto y Mario se quedó con Delia y el piano, con Delia y la llamada de amor indio.
Una o dos veces, durante esas semanas de noviazgo, estuvo a un paso de citar a papá Mañara fuera de la casa para hablarle de los anónimos. Después lo creyó inútilmente cruel porque nada podía hacerse contra esos miserables que lo hostigaban. El peor vino un sábado a mediodía en un sobre azul, Mario se quedó mirando la fotografía de Héctor en Última Hora y los párrafos subrayados con tinta azul. “Sólo una honda desesperación pudo arrastrarlo al suicidio, según declaraciones de los familiares”. Pensó raramente que los familiares de Héctor no habían aparecido más por lo de Mañara. Quizá fueron alguna vez en los primeros días. Se acordaba ahora del pez de color, los Mañara habían dicho que era regalo de la madre de Héctor. Pez de color muerto el día anunciado por Delia. Sólo una honda desesperación pudo arrastrarlo. Quemó el sobre, el recorte, hizo un recuento de sospechosos y se propuso franquearse con Delia, salvarla en sí mismo de los hilos de baba, del rezumar intolerable de esos rumores. A los cinco días (no había hablado con Delia ni con los Mañara), vino el segundo. En la cartulina celeste había primero una estrellita (no se sabía por qué) y después: “Yo que usted tendría cuidado con el escalón de la cancel”. Del sobre salió un perfume vago a jabón de almendra. Mario pensó si la de la casa de altos usaría jabón de almendra, hasta tuvo el torpe valor de revisar la cómoda de Madre Celeste y de su hermana. También quemó este anónimo, tampoco le dijo nada a Delia. Era en diciembre, con el calor de esos diciembres del veintitantos, ahora iba después de cenar a lo de Delia y hablaban paseándose por el jardincito de atrás o dando vuelta a la manzana. Con el calor comían menos bombones, no que Delia renunciara a sus ensayos, pero traía pocas muestras a la sala, prefería guardarlos en cajas antiguas, protegidos en moldecitos, con un fino césped de papel verde claro por encima. Mario la notó inquieta, como alerta. A veces miraba hacia atrás en las esquinas, y la noche que hizo un gesto de rechazo al llegar al buzón de Medrano y Rivadavia, Mario comprendió que también a ella la estaban torturando desde lejos; que compartían sin decirlo un mismo hostigamiento.
Se encontró con papá Mañara en el Munich de Cangallo y Pueyrredón, lo colmó de cerveza y papas fritas sin arrancarlo de una vigilante modorra, como si desconfiara de la cita. Mario le dijo riendo que no iba a pedirle plata, sin rodeos le habló de los anónimos, la nerviosidad de Delia, el buzón de Medrano y Rivadavia.
-Ya sé que apenas nos casemos se acabarán estas infamias. Pero necesito que ustedes me ayuden, que la protejan. Una cosa así puede hacerle daño. Es tan delicada, tan sensible.
-Vos querés decir que se puede volver loca, ¿no es cierto?
-Bueno, no es eso. Pero si recibe anónimos como yo y se los calla, y eso se va juntando…
-Vos no la conocés a Delia. Los anónimos se los pasa… quiero decir que no le hacen mella. Es más dura de lo que te pensás.
-Pero mire que está como sobresaltada, que algo la trabaja -atinó a decir indefenso Mario.
-No es por eso, sabés. -Bebía su cerveza como para que le tapara la voz. -Antes fue igual, yo la conozco bien.
-¿Antes de qué?
-Antes de que se le murieran, zonzo. Pagá que estoy apurado.
Quiso protestar, pero papá Mañara estaba ya andando hacia la puerta. Le hizo un gesto vago de despedida y se fue para el Once con la cabeza gacha. Mario no se animó a seguirlo, ni siquiera pensar mucho lo que acababa de oír. Ahora estaba otra vez solo como al principio, frente a Madre Celeste, la de la casa de altos y los Mañara. Hasta los Mañara.
Delia sospechaba algo porque lo recibió distinta, casi parlanchina y sonsacadora. Tal vez los Mañara habían hablado del encuentro en el Munich. Mario esperó que tocara el tema para ayudarla a salir de ese silencio, pero ella prefería Rose Marie y un poco de Schumann, los tangos de Pacho con un compás cortado y entrador, hasta que los Mañara llegaron con galletitas y málaga y encendieron todas las luces. Se habló de Pola Negri, de un crimen en Liniers, del eclipse parcial y la descompostura del gato. Delia creía que el gato estaba empachado de pelos y apoyaba un tratamiento de aceite de castor. Los Mañara le daban la razón sin opinar, pero no parecían convencidos. Se acordaron de un veterinario amigo, de unas hojas amargas. Optaban por dejarlo solo en el jardincito, que él mismo eligiera los pastos curativos. Pero Delia dijo que el gato se moriría; tal vez el aceite le prolongara la vida un poco más. Oyeron a un diariero en la esquina y los Mañara corrieron juntos a comprar Última Hora. A una muda consulta de Delia fue Mario a apagar las luces de la sala. Quedó la lámpara en la mesa del rincón, manchando de amarillo viejo la carpeta de bordados futuristas. En torno del piano había una luz velada.
Mario preguntó por la ropa de Delia, si trabajaba en su ajuar, si marzo era mejor que mayo para el casamiento. Esperaba un instante de valor para mencionar los anónimos, un resto de miedo a equivocarse lo detenía cada vez. Delia estaba junto a él en el sofá verde oscuro, su ropa celeste la recortaba débilmente en la penumbra. Una vez que quiso besarla, la sintió contraerse poco a poco.
-Mamá va a volver a despedirse. Esperá que se vayan a la cama…
Afuera se oía a los Mañara, el crujir del diario, su diálogo continuo. No tenían sueño esa noche, las once y media y seguían charlando. Delia volvió al piano, como obstinándose tocaba largos valses criollos con da capo al fine una vez y otra, escalas y adornos un poco cursis, pero que a Mario le encantaban, y siguió en el piano hasta que los Mañara vinieron a decirles buenas noches, y que no se quedaran mucho rato, ahora que él era de la familia tenía que velar más que nunca por Delia y cuidar que no trasnochara. Cuando se fueron, como a disgusto, pero rendidos de sueño, el calor entraba a bocanadas por la puerta del zaguán y la ventana de la sala. Mario quiso un vaso de agua fresca y fue a la cocina, aunque Delia quería servírselo y se molestó un poco. Cuando estuvo de vuelta vio a Delia en la ventana, mirando la calle vacía por donde antes en noches iguales se iban Rolo y Héctor. Algo de luna se acostaba ya en el piso cerca de Delia, en el plato de alpaca que Delia guardaba en la mano como otra pequeña luna. No había querido pedirle a Mario que probara delante de los Mañara, él tenía que comprender cómo la cansaban los reproches de los Mañara, siempre encontraban que era abusar de la bondad de Mario pedirle que probara los nuevos bombones -claro que si no tenía ganas, pero nadie le merecía más confianza, los Mañara eran incapaces de apreciar un sabor distinto. Le ofrecía el bombón como suplicando, pero Mario comprendió el deseo que poblaba su voz, ahora lo abarcaba con una claridad que no venía de la luna, ni siquiera de Delia. Puso el vaso de agua sobre el piano (no había bebido en la cocina) y sostuvo con dos dedos el bombón, con Delia a su lado esperando el veredicto, anhelosa la respiración, como si todo dependiera de eso, sin hablar pero urgiéndolo con el gesto, los ojos crecidos -o era la sombra de la sala-, oscilando apenas el cuerpo al jadear, porque ahora era casi un jadeo cuando Mario acercó el bombón a la boca, iba a morder, bajaba la mano y Delia gemía como si en medio de un placer infinito se sintiera de pronto frustrada. Con la mano libre apretó apenas los flancos del bombón, pero no lo miraba, tenía los ojos en Delia y la cara de yeso, un pierrot repugnante en la penumbra. Los dedos se separaban, dividiendo el bombón. La luna cayó de plano en la masa blanquecina de la cucaracha, el cuerpo desnudo de su revestimiento coriáceo, y alrededor, mezclados con la menta y el mazapán, los trocitos de patas y alas, el polvillo del caparacho triturado.
Cuando le tiró los pedazos a la cara, Delia se tapó los ojos y empezó a sollozar, jadeando en un hipo que la ahogaba, cada vez más agudo el llanto, como la noche de Rolo; entonces los dedos de Mario se cerraron en su garganta como para protegerla de ese horror que le subía del pecho, un borborigmo de lloro y quejido, con risas quebradas por retorcimientos, pero él quería solamente que se callara y apretaba para que solamente se callara; la de la casa de altos estaría ya escuchando con miedo y delicia, de modo que había que callarla a toda costa. A su espalda, desde la cocina donde había encontrado al gato con las astillas clavadas en los ojos, todavía arrastrándose para morir dentro de la casa, oía la respiración de los Mañara levantados, escondiéndose en el comedor para espiarlos, estaba seguro de que los Mañara habían oído y estaban ahí contra la puerta, en la sombra del comedor, oyendo cómo él hacía callar a Delia. Aflojó el apretón y la dejó resbalar hasta el sofá, convulsa y negra, pero viva. Oía jadear a los Mañara, le dieron lástima por tantas cosas, por Delia misma, por dejársela otra vez y viva. Igual que Héctor y Rolo, se iba y se las dejaba. Tuvo mucha lástima de los Mañara, que habían estado ahí agazapados y esperando que él -por fin alguno- hiciera callar a Delia que lloraba, hiciera cesar por fin el llanto de Delia.
FIN

Presentación

  La mitología griega   La  lectura de mitos ha sido parte del canon escolar desde los inicios de la historia de la educación argentina y de...